Si me despiden me hago emprendedor/a
Hace unos días me llamo una ex compañera de trabajo para pedirme unos consejos de como manejar una reestructuración forzada (léase despidos) en la empresa donde ella trabaja a raíz de la crisis que estamos viviendo.
Para ella su futuro laboral también era muy incierto. Al preguntarle cuales era sus opciones me respondió: si me quedo sin trabajo me hago emprendedora.
En momentos de crisis como los que estamos viviendo durante esta pandemia, muchas personas también están pensando lo mismo: si me quedo sin trabajo me hago emprendedor/a.
Pensamientos como estos nos dan tranquilidad ya que cuando consideramos la posibilidad de quedarnos sin trabajo sentimos que ya tenemos otra opción disponible para seguir con nuestras vidas. Incluso este mismo pensamiento de “me hare emprendedora” sale a flote cuando no estamos a gusto en nuestro trabajo o no nos sentimos plenos en el.
Pero, ¿y si de verdad nos pasa esto? ¿Seríamos capaces de seguir adelante como emprendedores?
Primero quiero dejar claro que todos tenemos la capacidad de llegar a ser emprendedores exitosos. Pero también quiero mencionar que en base a mi experiencia y por lo que he podido observar a través de los años, puedo decir con toda seguridad que no siempre es así.
A muchas personas la noticia de quedarse sin trabajo les cae como un balde de agua fría y hasta entran en shock. Se llenan de pensamientos negativos y esto da paso a que entre el miedo. Esto puede ser paralizante y frustrante.
Entonces, ¿qué podemos hacer? ¿Por donde empezar un negocio bajo estas circunstancias?
Lo primero es empezar a trabajar en nosotros mismos. Parte de lograr esto es eliminar esos pensamientos negativos. Tenemos que estar muy atentos a nuestros pensamientos. Nosotros hacemos que nuestros pensamientos se manifiesten. Nuestro cerebro esta programado para hacer realidad lo que estemos pensando. De ahi la frase “Eres lo que piensas”.
Las emociones también pueden ser bastante traicioneras en estos momentos de cambio. Nos pueden llevar a tomar decisiones apuradas y no muy bien pensadas. Debemos de tratar de conservar la calma e intentar tener claridad de pensamiento. Es necesario analizar bien la realidad de nuestra situación y las opciones que tenemos. ¿De verdad queremos empezar a emprender?
Si realmente queremos emprender, debemos de estar list@s para fallar… y para la desilusión, porque fallar es parte del proceso y parte importante de nuestro aprendizaje como emprendedores.
He conocido a personas con grandes y novedosas ideas de negocios. Empiezan el camino del emprendimiento dandole forma a su idea. Pero al poco tiempo, incluso a los pocos meses, el entusiasmo disminuye y poco después escuchamos la frase: “Era una buena idea, pero no funcionó”.
En la gran mayoría de los casos no fue la idea la que no funcionó, sino que el camino duro del emprendimiento, el fallar a medida aprendemos empieza a cansar e impacientar a las personas. Al final estas personas terminan permitiendo que su impaciencia se convirtiera en desilusión y entonces dejan que ésta las derrote.
Muchas veces esa impaciencia es el resultado de no recibir una recompensa financiera inmediata. Es por eso que debemos de tener claro los recursos con que contamos, lo que necesitaremos, en resumen conocer los números del negocio (en otro blog les cuento más de como manejar estos temas).
Así que, debemos procurar ser perseverantes y tener la paciencia para darle chance a nuestro emprendimiento a rendir sus frutos.
Una buena idea no es suficiente, hay que ejecutarla, hay que trabajar duro para que salga adelante y se convierta en realidad, y aún así habrán muchos retos, frustraciones y hasta decepciones en el camino, ¡hay qué seguir adelante!
Cada emprendimiento necesita visualizarse, materializarse con acción y resiliencia para encontrar la estabilidad que le permita crecer.
La parte de visualización es la de definir hacia donde queremos ir: nuestra visión. Tener claro que es lo que vamos a ofrecer; que problema vamos a resolver, en quien nos queremos convertir.
Para materializar nuestra idea con acción debemos definir tanto nuestro objetivos de corto y mediano plazo así como los de largo plazo. Pero también planificar las acciones que debemos poner en marcha para alcanzar estos objetivos. Y luego… ejecutar.
Tenemos que ser consistentes y disciplinados en nuestro trabajo; tenemos que ser persistentes. Pero también tenemos que tener la sabiduría para darnos cuenta cuando las cosas no van bien. Es vital tener la confianza y humildad de aceptar nuestros fallos, aprender, mejorar y seguir adelante.
El camino del emprendimiento no es fácil, pero a las personas que tienen el valor de dar ese primer paso se les presenta una grandiosa oportunidad de crear algo de valor para la sociedad y para ellas mismas.